El dolor me mira a la cara, me observa, me abraza.
No puedo negar la tristeza.
Quedé pensando en el destino,
Me reconcilié con la vida.
Miré de nuevo al Sol y borré mis lágrimas;
El perdón inundó mi corazón.
Una nueva visión llegó:
la vida es breve y el valor más importante es el amor.
El dolor me hizo más fuerte.
La tragedia me enseñó.
Dios existe en el abrazo,
en la palabra, en el amor
que puedo dar a mi hermano.
Aprecio el amanecer y la primavera.
Aprecio el atardecer, la noche y las estrellas.
Cada tragedia que sucede deja siempre una lección,
fortalece y sustenta en la ternura de la Resiliencia.